A cada estudiante se le asigna un mentor, que orienta personalmente para encontrar usos prácticos de los principios vistos en clases. Es una figura análoga a un entrenador que enseña, desafía y motiva al estudiante a dar lo mejor de sí.
La exigencia se da por la vía de la magnanimidad. El mentor anima a dar lo mejor de sí con un espíritu grande. A través de hojas de trabajo concretas, se desarrolla mensualmente una conversación personalizada de 45 minutos. También se dan llamadas de seguimiento, más breves.
Los jóvenes y sus padres también pueden solicitar una mentoría cuando lo consideren necesario.